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18 de abril de 2024





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Buscando un camino para el ser
No es fácil internarse en la teleología. Hay una profunda manipulación entre el texto escrito y lo que supuestamente se entiende por religión.
Javier Antonio Vivas Santana | @jvivassantana

1 Jul, 2015 | Strauss (1964), quien en alguna oportunidad afirmó que el problema teológico-político era unificador de sus investigaciones, terminó planteando una dicotomía filosofista cuando en representaciones de sí o no, habló de una filosofía que puede refutar lo descubierto, y otra que simplemente no cree sobre tal revelación.

Si eso fuera así: ¿Cómo podría la filosofía acercarse a una propuesta de sustentación teórica, ante los “hallazgos” que solo mueven la fe? ¿Es posible que la teleología mantenga un discurso de divergencias entre el ser y sus connotaciones morales y éticas, manchadas (justificadas) éstas por una razón política o social? No es fácil internarse en la teleología. Hay una profunda manipulación entre el texto escrito y lo que supuestamente se entiende por religión. La dialéctica entre la razón y el pensamiento cristiano no tiene asidero en el actual contexto tecnológico del capitalismo y lucha por el poder político, en donde el pragmatismo y la subvaloración de la consciencia han sido trastocados por las ambiciones desmedidas del enriquecimiento y las necesidades artificiales.

De hecho, el cristianismo ni siquiera se inspira en el ser metafísico (de allí su adversidad por la mitología helena), sino en el espiritualismo, el cual pese a ser éste una razón eminentemente metafísica, el aceptarla como tal (metafísica), sería (auto)destruir su visión sobre el origen creacionista de la vida, más aún interpretando las apsaras de su fuente y su doctrina para llegar a ser "elegido" o alcanzar la eternidad.

Spinoza, quien en sus predicaciones fue ideólogo del panteísmo, y a pesar de ser considerado en su tiempo como hereje, revisando su tratado entre lo teológico y lo político, es innegable el sentimiento asociado con Dios y su espacio filosófico desde lo geométrico hasta sus entidades conceptuales.

Sin embargo, hay que advertir que también sus ideas marcan esa línea divisoria, especialmente en el campo de la libertad, al hacer de esta, una especie de conducta limitada en algunos aspectos.

Atrás quedó la libertad del pensamiento, la crítica sobre aquellos que pregonan un existencialismo que atenta contra la existencia misma, y sobre todo el desamartelamiento por la consciencia humanitaria.

En la regeneración del pensar la dimensión teleológica tiene una veta estrictamente pedagógica, que busca desde la fragmentación de las texturas del pensamiento, es decir, la escritura, la poesía, la música, la escultura, la pintura, las manualidades (alimenticias, textiles y naturales) y las áreas del conocimiento asociadas con el trabajo, la integración de éstas a través de la (sub)consciencia, atravesando los rincones del alma, extrapolando la libertad espiritual. Cercenar la interpretación autónoma y subjetiva del ser significaría condenar al pensar entre lo restrictivo y lo anarquista, profundizar con ello, la(s) abertura(s) del absoluto, y por ende, subsumirse en lo alienante.

Lo teleológico no puede estar circunscrito entre Atenas y la nueva Jerusalén. O entre el caos y la salvación. También hay que (de)construir el pensamiento religioso para recorrer el camino subjetivo entre filosofía, sociología y política. Encontrar la salida al eterno retorno. Buscar el camino para el ser.




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