30 Jun, 2015 | Luego de 15 años de gobierno, resulta que es ahora cuando el chavomadurismo conoce que el Esequibo es nuestro. Desde su llegada al poder y hasta su muerte, Hugo Chávez jamás esgrimió argumento para ratificar la venezolanidad de la franja en reclamación -unos 160 mil km2- robada a nuestro país mediante la estafa del Laudo Arbitral de París en 1899, denunciada por Venezuela en 1948, luego de conocerse un documento de Severo Mallet Prevost (estadounidense que representó a nuestra nación), que reveló la negociación secreta del despojo inglés.

Muchos pensaron que por ser militar, Chávez sería el adalid de la recuperación del territorio reclamado, integrante de la Capitanía General de Venezuela, creada en 1777 por la Corona Española, que es la base de la extensión del país, de acuerdo con el principio del “uti possidetis, ita possideatis” (como poseías, continuarás poseyendo), que traducido al vulgo, significa que lo que era antes de la Capitanía General es ahora de Venezuela. Empero, el comandante ni pendiente y, lo que es más, estrechó nexos con Guyana, írrita heredera del territorio desposeído, merced a su independencia del Reino Unido en 1966.

Maduro tampoco se interesó por la Zona en Reclamación, a pesar de que por años fue ministro de Relaciones Exteriores y ni una nota diplomática emitió su despacho acerca del derecho venezolano sobre el Esequibo.

Pero ahora, cosas de la supervivencia, ante la precariedad del apoyo a su gobierno y frente a su cada día más baja popularidad, sacó el as del problema limítrofe con Guyana para convertirlo en un asunto de Estado, apelando al nacionalismo en época de crisis económica y social. La misma intención mostraron dictadores argentinos, organizando un Mundial de Fútbol en 1978 y comenzando la Guerra de las Malvinas en 1982, pero la historia se encargó de borrarlos del mapa.