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Gabriel Bracho, maestro de la denuncia social en los murales de la patria
Su interés por los temas políticos y sociales quedaron plasmados en sus labores dentro de la revista Fantoches, para la cual realizó varias caricaturas.
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Foto: AVN

Gabriel Bracho. / Foto: AVN

25 May, 2015 | Pinceladas vigorosas y fuertes contrastes llenos de realismo social caracterizan la obra del zuliano Gabriel Bracho, nacido el 25 de mayo de 1915 a orillas del Lago de Maracaibo, en Los Puertos de Altagracia, capital del municipio Miranda.

Reconocido en el país como el Muralista de Venezuela y maestro de la denuncia social dio sus primeros pasos en el arte como caricaturista a los 12 años. Tres años más tarde inició de la mano del maestro Neptalí Rincón sus estudios en el Círculo Artístico del Zulia y continuó después en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas.

Su interés por los temas políticos y sociales quedaron plasmados en sus labores dentro de la revista Fantoches, para la cual realizó varias caricaturas.

En el andar indagador de las pinceladas llega en 1939 a la Escuela de Artes Plásticas de Chile, donde comienza a plasmar en su obra su preocupación por la temática social, pintando cuadros de manos contorsionadas, brazos atados o el llamado de un niño reprimido bajo un monóculo Nazi.

Viaja a Nueva York, París y Londres, para regresar a Venezuela en 1950, donde realiza su primera exposición titulada Semblanza de nuestros días, en el Museo de Bellas Artes de Caracas. La élite de la época se burló del autor quien se dedicó a mostrar su exposición por Maracaibo, Cabimas y Los Puertos de Altagracia, en el estado Zulia; por Barquisimeto, estado Lara y Valencia, en Carabobo.

En 1956 llega a México donde recibe influencias de los maestros Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Roberto Bendecio y Adrián Villa Gómez, entre otros, del Taller de Gráfica Popular, con quienes además se inició en el conocimiento del andamiaje plástico de la auténtica cultura americana.

Dos años más tarde vuelve a Venezuela y funda el Taller de Arte Realista (TAR) con el objetivo de la defensa y promoción del arte realista, de la función social que debe cumplir la pintura.

El TAR reunió a un grupo de artistas de la pintura quienes convirtieron este espacio en un centro activo de agitación estética que defendía los principios del realismo social. Conocido popularmente como Grupo Paracotos, acompañaron en el taller a Bracho, los pintores Claudio Cedeño, Nicolás Piquer, Armando Lira, Luis Domínguez Salazar, entre otros.

Artista social

Bracho creyó en el arte público, en el muralismo que llega de manera directa, en el arte social realista como el más propicio a la educación de las masas, como él mismo lo definió.

Su obra dejó huellas en Bolivia, en Chile y en la Casa de las Américas en La Habana, Cuba; mientras que en Venezuela, su trabajo se aprecia en el mural Boyacá, de seis por tres metros, en el Palacio de Miraflores; en el mural de 30 metros cuadrados Lino Clemente y su tiempo, en el liceo del mismo nombre ubicado en Petare, estado Miranda.

Su trabajo también quedó plasmado en su hogar natal en Los Puertos de Altagracia, donde el maestro de la denuncia social a través del muralismo, no dejó espacio en blanco. Desde las paredes, hasta la cocina y la nevera se recrean con colores y trazos que arropan sus espacios.

Las paredes del patio trasero están cubiertas con un mural de 120 metros cuadrados, titulado Los Puertos y el Petróleo, donde retrata a su pueblo: las llamas del petróleo en una colectividad en otrora agrícola y pesquera, los curas, poetas, cantores y otros colectivos, que son parte de la historia local no visibilizada. Seis años tardó para culminar este trabajo, pues el deterioro de su salud lo obligaba a tomar varios descansos.

La Casa Museo Gabriel Bracho es, desde 1993, Patrimonio Museístico y Artístico de la Nación y Patrimonio Cultural de Zulia.

Gabriel Bracho falleció en Caracas el 6 de marzo de 1995. Su obra fue reconocida en Bulgaria, país que premió su obra en la Trienal de la Pintura Realista Comprometida en 1976. En Venezuela sus pinturas fueron objeto de un galardón merecido desde siempre, aunque nunca recibido por el artista en persona: el Premio Nacional de Artes Plásticas.




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