24 May, 2015 | Con el propósito de incentivar el desarrollo integral de Margarita y fomentar su industria turística, el Estado venezolano decidió, con fecha 16 de agosto de 1966, dotar a la región insular de un régimen de Tratamiento Impositivo Especial, en base a la ley "que fija las normas al Ejecutivo nacional para crear una Zona Franca en el Estado Nueva Esparta y en otras regiones del país. De esta manera Margarita se convertía en una entidad libre de impuestos y restricciones en el carácter aduanal para la importación y zona privilegiada con una política comercial autónoma, que en agosto de 2000, por iniciativa del presidente Chávez, con la aprobación de la Ley del Puerto Libre, cobra mayor fuerza para "las actividades comerciales que se realicen dentro de dicho territorio (…) con un régimen tributario preferencial" mediante el cual "se podrán efectuar todas las operaciones contempladas en la legislación aduanera nacional, bajo la potestad y control de la Aduana Principal".

Margarita en sus inicios como Zona Franca tuvo sus mejores momentos al convertirse en uno de los destinos turísticos más reconocidos y atractivos de América Latina por la variedad y calidad de su oferta comercial y sus precios altamente competitivos. No estaba sujeto a ningún tipo de restricciones y en consecuencia no existían providencias limitativas por parte de organismo alguno que impidiera su crecimiento y desarrollo. Inclusive, los habitantes de la región, personas naturales y entes jurídicos podíamos importar vehículos así como insumos y equipamiento para la actividad turística y hotelera.

Las vidrieras ofrecían lo mejor del mundo en textiles, perfumería, calzado y gastronomía. Las líneas blanca y marrón era de primera categoría y las más que accesibles.

Desafortunadamente con el transcurrir del tiempo lo que había sido ejemplo de buena gestión comenzó un proceso indetenible de involución que nos ha llevado a lo que actualmente vivimos: un hibrido indefinible, muy lejos de lo que es un Puerto Libre en toda la extensión de su concepto. Se perdió su esencia y progresivamente nos hemos convertido en un depósito de saldos de dudosa calidad, con una oferta de productos pobre y menguada, marcas trucadas y con precios nada competitivos con tierra firme.

Hoy día, lamentablemente, vemos como la falta de competitividad comercial, convertida prácticamente en una especulación irreflexiva de precios, aunada a la escasez y la mala calidad de los productos ofrecidos al público, ha venido incidiendo negativamente en el criterio de abundancia y oportunidad adquisitiva de la isla, creando a nivel nacional e internacional, una peligrosa matriz de opinión en perjuicio de una de las actividades fundamentales de Nueva Esparta como es el turismo. Esto, muy a pesar de los esfuerzos que hace el Gobierno regional por el mejoramiento de los servicios colaterales, indispensables para, junto con el régimen de Puerto Libre y de los propios recursos naturales y paisajísticos, mantener a Margarita como vitrina internacional del turismo venezolano.

Ojalá aprovechemos esta buena disposición de las autoridades oficiales para retomar las iniciativas del Puerto Libre y devolverle a Margarita esa imagen de bonanza y buen vivir que se ha ido diluyendo por falta del incentivo fiscal establecida con fuerza de ley.