7 May, 2015 | Ya hemos dicho en repetidas oportunidades que nuestra gente emigraba fundamentalmente hacia El Tigre y Cabimas, a buscar trabajo ante las pocas oportunidades que ofrecía la Isla. Los campos petroleros se minaban de margariteños "aprontaos" que estaban prestos para pararse frente al "mister" de la contrata y ofrecerse como veterano en oficios que jamás habían practicado. Eso es necesidad de trabajo, mijito, me contó alguna vez mi padre, que de zapatero vergatario "echó el carro" en un "Chivo" de los campos zulianos, cuidando una caja de herramientas que nunca vio. De las despedidas en el pueblo hacia Juangriego mejor es no hablar. Eso era peor que si se tratara de un muerto: los familiares lloraban desconsoladamente y se aferraban a la camioneta de Quintín, la única de Altagracia que se atrevía a cruzar la salina entre el pueblo y el muelle, en aquel recorrido eterno, acompañado de lamentaciones, repartimientos de cigarros "luky", tragos de "pataquebrá" y ñinguitas de "cardo e' carachana salpresa", para que la gente soportara el aguante. Era tanta la aglomeración popular –mejorando las colas de hoy frente a los chinos, cuando llega la harina o el papel toalé- que en varias oportunidades el comprometido en el viaje no podía hacerlo porque la gente, entre lamentos y oraciones, se abrazaba y escoraba a la camioneta y no la dejaba arrancar. Entonces Quintín, con su parsimonia e ínfulas de conductor de una nave espacial, la apagaba, se encaramaba en el techo, pedía un "tain" y exclamaba a todo gañote: "bueno, la lancha va a dejar al hombre, ya no vamos a llegar a tiempo al muelle… así que se suspende el viaje por llanto”. En ese momento se multiplicaban los agradecimientos de los familiares del indiciado, exclamando frases como "ay mijo querido, gracias a Dios y la Virgen del Valle que metieron su mano y no te vas poray a pasar trabajo".

Tereso Frontado, un muchacho jatero con muchos dotes para el trabajo bravo, convenció a Melgaria – su progenitora- para coger camino hacia la tierra del sol amada, en busca de trabajo y fama, con la idea de recalar algún día entre los honores de la estrella alcanzada. Y se fue entre la bullaranga de una tarde triste y amarrada con los trastos del recuerdo. Pasaban los días sin que nada se supiera de la suerte del paisano. Piensen por un momento ustedes, amigos lectores, las dificultades de la comunicación en aquellos días de ilusión, cuando el único contacto que teníamos con la irrealidad del mundo era los mensajes pichirres y entrecortados que llegaban al radio Telefunken 1500, de "Chucho" Cabrera, que le trajo alguna vez su hijo "Moncho" desde Cumaná.

Por aquellos días los noticieros eran pocos y destacaba uno patrocinado por la Creole Petroleum Corporation, llamado "El Reporter Esso" con el lema "El primero con las últimas". Fue en una mañana (hacía ya 6 meses que su muchacho se había ido y no tenía noticias de él) cuando la atribulada Melgaria, pasó frente a la casa de "Chucho" Cabrera y escuchó la presentación del espacio a todo volumen "El Reporter Esso…El Reporter Esso… El Reporter Esso". La mujer soltó los taparos de agua que traía desde el pozo de Emiliano, y salió en carrera hasta su casa gritando o todo trapo: "Se reportó Tereso, se reportó Tereso… gracias a Dios y la Virgen… se reportó Tereso…lo está diciendo el radio e' "Chucho".