24 Abr, 2015 | Luchar contra la corrupción exige valentía. Enfrentar toda clase de situaciones, sin exclusiones, donde el amiguismo y la coincidencia ideológica resalta, cuesta mucho. Imponer la ley es casi imposible, dados los fuertes negociados existentes entre el corrupto y quienes deben combatirlo, investigarlo, enjuiciarlo y condenarlo. Porque es un mal ya enraizado en todas partes. Un pulpo gigantesco que no suelta lo que apresa. Y lo que abarca cada vez es más amplio y profundo. Que rompió, definitivo, el delicado tejido que protegía una sociedad debilitada por tanto abuso cometido en su nombre y contra ella. Involucrados en tan perverso accionar tanto los que están arriba como abajo.

Vergonzosa situación que coloca a Venezuela entre las naciones más corruptas del planeta. Dañina verdad que a la gente decente avergüenza. Una mayoría inocente, atada y silenciada, viendo cómo la corrupción crece y las sumas robadas millardescas. Las depositadas en la banca mundial, que el gobierno silencia, sin que los corruptos sufran siquiera el susto de un potencial bloqueo. Pues, de hacerlo, qué larga y roja sería la lista de culpables.

Por cierto, Tareck El Aissami, famoso por el odio que manifiesta hacia cualquier opositor, confiesa haber sido cómplice de Chávez, en cuanto a guardar silencio sobre los millonarios robos de Isea, siendo ministro y gobernador. Y la señora Fiscal terminará siéndolo de Maduro si hace lo mismo con relación al llamado "Tuerto Andrade" o al "Musiquita Salazar, el rey de los seguros".

Luchar, entonces, contra la corrupción implica decisión, coraje, firmeza, responsabilidad. No puede haber miedo a la hora de defender los reales del pueblo. Sanear la república es una tarea que involucra defender los intereses nacionales. ¿Nueva moral, nueva ética y un hombre nuevo? No. Sencillamente aplicarle la ley a quien asalte el tesoro público.

En China, los camaradas chinos decapitan o cuelgan a los corruptos chinos.Aquí no. Pero treinta años de cárcel, no importando la suma robada sino el hecho, sería suficiente.

La corrupción, sino es exterminada, convertida en maraña ocultará a la nación entera. Y Maduro sería el gran culpable por débil y permisivo. Tan igual que Chávez.