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19 de abril de 2024





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El jorobado de Nuestra Señora de Los Robles
Aunque primero lo llamaron elevado, y después trinchera, la verdad es que se trata de un Frankenstein arquitectónico.
Aliño Compuesto Carlos Villalba-Luna villalbaluna@gmail.com

21 Abr, 2015 | A la manera de Notre-Dame de París, Los Robles o El Pilar para los más ortodoxos, también tiene su jorobado. El Quasimodo insular no anda trepando por
las peligrosas alturas góticas de Nuestra Señora de París, ni tañendo sus campanas, sino que exhibe su giba en el principal centro vehicular del este de Margarita, en la redoma roblera.

Aunque primero lo llamaron elevado, y después trinchera, la verdad es que se trata de un Frankenstein arquitectónico, pésimo ejemplo de lo que debe ser una verdadera obra de ingeniería. "Lo que mal comienza, mal acaba", reza el proverbio, y tal ha sido su suerte. Y si buena fue la intención de aligerar el pesado tránsito en la zona, el resultado deja mucho que desear.

Poco fue lo que se informó a los ciudadanos, y menos aún a la alcaldía de Maneiro y al Centro de Ingenieros de Nueva Esparta. Por ningún lado apareció en la valla el monto de inversión y oscuros fueron sus diseñadores y responsables. Eso sí, a cada rato salían declaraciones de figuras de diverso cuño, alabando sus bondades, pero cuidando no meterse en profundidades de ejecución y en lo que sería como producto final.

Tampoco se vio a los personajes rojitos de la denominada contraloría social darse su vueltica por la obra, quienes sí son muy activos a la hora de meter el microscopio a las actuaciones de alcaldías y gobernaciones de oposición, donde hasta el uso de una caja de clips debe ser exhaustivamente verificado, para que ningún empleado pueda llevarse uno a casa.

Total que la trinchera fue inaugurada con una premura que no tiene ni quien está mal del estómago, con múltiples defectos de señalización, semáforos y circulación; sin que se tomara en cuenta a los peatones, quienes brincan de aquí hacia allá, haciendo malabares entre desorientados automovilistas y motorizados; y con más lomos en el asfaltado que un desfile de camellos en La Meca.




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