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29 de marzo de 2024





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En busca de Ulloa
En su memoria debió guardar coplas, romances, octavas reales con la íntima épica de los avatares de la época.
Ramón Ordaz | rordazq@hotmail.com

1º Abr , 2015 | Se cuenta que Ulloa fue un soldado que acompañó a Cervantes en la batalla de Lepanto. Su agenda en este sentido debió ser muy amplia y comprometida. La acumulación de sus acciones no dio lugar al diario, a fijar las huellas de sus itinerarios, de esos puertos y mares que lo vieron pasar, su cuerpo acorazado, oculta en algún lugar de su traje de hombre de armas, la pluma para embestir con hidalguía los raptos de la inspiración. En su memoria debió guardar coplas, romances, octavas reales con la íntima épica de los avatares de la época. Cómo, por qué desembarcó Ulloa en costas venezolanas, nos remite a la misma respuesta que explica que jóvenes como el poeta de Alanís, Juan de Castellanos, o el aventurero y cronista Girolamo Benzoni cruzaran el Atlántico para vivir y escribir parte de sus experiencias entre Cubagua y Margarita en busca de mejor fortuna. El mismo Cervantes vio frustrada la posibilidad de viajar a Nueva España (México); opción que sí disfrutaron Tirso de Molina y Mateo Alemán. Para siempre quedó registrado el apellido Ulloa, su condición de soldado-poeta, en el Cabildo de Caracas de 1593, y que rubricara el gobernador y Capitán General, Diego de Osorio Villegas. "Del manuscrito de Ulloa, señala Arístides Rojas, sólo conocimos en 1846 dos hojas, copia sin duda del original que tuvo Oviedo y Baños en su poder". Todos los indicios conducen a señalar el escamoteo que hizo Oviedo y Baños de los "escritos" de Ulloa. Por ese barranco la conquista de Fajardo pasó a ser otra, la que privilegiará la "hazaña" de Diego de Lozada.; por ese barranco cayeron muchos folios al mar que terminaría por borrar otras historias, perdidas para siempre, sin ninguna otra alternativa que acudir a la que refundió Oviedo y Baños. Pero Ulloa sigue latente; su presencia en las actas del cabildo caraqueño exige a la memoria histórica una respuesta. De allí que el novelista, cuentista y cronista de Caracas (1965), Guillermo Meneses, en su ensayo "Literatura y poesía en Venezuela colonial" sugiriera lo que denominó "En busca de Ulloa", circunstanciada su imaginación por ese "bello misterio" de la crónica poética de Ulloa, para luego condensar su inquietud en una expresión que arroja más inquietud: "Cuando se habla de poesía en Venezuela Colonial, suele darse un brinco de Juan de Castellanos a Oviedo y Baños". Ulloa es un asterisco, un llamado a pie de página que amerita la búsqueda de otras razones que den sentido a ese hiato de la historia, que busquen devolverle a Ulloa no su biografía, sino el espíritu de muchos presupuestos, entre los que cabe señalar su disidencia, su rechazo a cohonestar solamente el testimonio de los mantuanos. Traspapelada, extraviada del horizonte oficial, debió verter su crónica consciente de que serían otros sus herederos. Por toda condición expatriado, Ulloa no moría allí como pasaje último, sino que trascendería su propia historia y cualquier tiempo presente.




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