26 Feb, 2015 | Los seres humanos, por lo general, nos caracterizamos por tener una memoria frágil. Nos es más fácil olvidar que retener la data de acontecimientos en los cuales hemos estado involucrados o que nos han sido referidos de diversas maneras. No somos muy dados a mantener una memoria histórica, mucho menos a construirla y, por eso, muchas veces nos repetimos en nuestro accionar, cometiendo los mismos errores y muy pocas veces, los mismos aciertos.

En nuestro Continente han ocurrido una serie de acontecimientos que bien vale la pena mantener vivos en nuestros recuerdos. Hermosa y triste a la vez es nuestra historia desde el momento mismo del "encuentro" con la civilización europea, cuando le cambiábamos pepitas de oro por espejitos al escuálido de Cristóbal Colón, enviado por la reina de Castilla y de León para que nos domesticara y nos enseñara el valor de la cruz a fuerza de arcabuzazos.

Pero también tenemos una historia mucho más reciente, tenebrosa, que duele hasta en los tuétanos. Es la historia de las dictaduras militares que se posesionaron de los gobiernos a fuerza de bayonetazos en varios países latinoamericanos, con la anuencia de los EUA y ante el silencio de los medios de comunicación y de organizaciones como la OEA y la ONU, con cientos de miles de desaparecidos, torturados, exiliados, en flagrante violación de los derechos humanos y ante lo cual, existen voceros "muy autorizados" que piden que nos olvidemos de eso, que hagamos borrón y cuenta nueva, que lo que importa es el presente.

Un reciente libro titulado "No hay mañana sin ayer", coescrito por Aldo Marchesi, Federico Lorenz, Peter Winn y Steve J. Stern se centra justamente en los tránsitos de la memoria de varios países de América Latina que experimentaron la violencia institucional. El libro reúne los trabajos de memoria histórica del Cono Sur –señala Mauricio Becerra- desde que surgiera como tópico en la década de 1980, pero se concentra en el siglo XXI. "La violencia política en los países del Cono Sur puede haberse acabado hace décadas, pero las batallas por la memoria colectiva continúan siendo relevantes en el siglo XXI"- comenta el historiador Peter Winn. Se trata de evaluar cómo los avances en la memoria histórica han contribuido a la construcción de una cultura política pro derechos humanos que puede asegurar un futuro democrático del 'Nunca Más'. La Comisión por la Justicia y Verdad en Venezuela nos recuerda que no hay mañana sin ayer.