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La moderación necesaria Las continuas ofensas presidenciales denotan que al presidente se le agotaron las ideas. Cuestión que preocupa. Ángel Ciro Guerrero /
angelcirog@hotmail.com
30 Ene, 2015 | Tiene el señor presidente la irregular costumbre, en un Jefe de Estado, de ofender a quien considera enemigo y no adversario. Por el solo hecho de no aplaudir sus errores, cualquier venezolano es culpable de traición a la patria, situación que en la práctica viola uno de los derechos humanos, fundamental, el de la libertad de expresión. Los ciudadanos, en todo el mundo, salvo donde gobierna una dictadura, pueden criticar las malas acciones de sus gobernantes, tan igual que apoyarlas. Pero en la Venezuela roja, donde el gobierno dice que es democrático, tal asunto ahora representa peligro. En la misma actitud, la de guapo y apoyado, está la mayoría de los dirigentes del chavismo que no quieren entender que el país está en crisis. Niegan la realidad existente. Rechazan que la culpa de lo que al país le ocurre, comprobada a diario, no es de la oposición sino del oficialismo, por su errático manejo de los asuntos públicos. Las continuas ofensas presidenciales denotan que al presidente se le agotaron las ideas. Cuestión que preocupa. El Estado no puede dirigirse con soberbia ni el mensaje debe ser el de la ofensa y la acusación permanente. Porque huele a estrategia para esconder lo malo. Porque denota inexperiencia. El presidente no puede perder tanto tiempo en largas, tediosas e innecesarias cadenas simplemente para acusar, reiterar señalamientos que la realidad misma le devuelve. El país demanda hechos concretos. Tanta paja puesta al sol corre el riesgo de incendiarse. El liderazgo opositor, por su parte, fortalecido en su acción y mensaje. Debe dejar de lado diferencias grupales y honrar mucho más la representatividad que el pueblo democrático le ha encomendado.
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