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Crónica e historia oficial (I)
No hay reino sobre esta pequeña esfera del universo que obre de manera distinta
Ramón Ordaz/ rordazq@hotmail.com

28 Ene, 2015| La historia está llena de sesgos, de relatos oblicuos, de redes intersticiales que cuando las enfrentamos, quedamos sin defensión posible en el laberinto. Malparada y maltratada, la verdad histórica es siempre la Bella Durmiente a la espera de un príncipe que la despierte, y esa circunstancia es otra oblicuidad, otra condición subalterna que buscará el atajo para argumentar razones y explicarse su lectura del pasado. Por eso es que el camino del conocimiento es infinito y siempre se expandirá a nuestro alrededor un aire de vaguedad por muy objetiva y científica que sea la conclusión del investigador. Frente a esos vacíos que no llena la prueba escrita o la ausencia de ella y, lo que es peor, la carencia de testigos, la imaginación levanta también sus torres de Babel; de esa manera atravesamos la madeja del tiempo, mientras el arbitrio del futuro queda en manos de aquellos que, ante la imposibilidad de acceder a lo real, crean una franquicia, tienden un puente con otro mundo oblicuo: el poder, el verdadero Finisterre, ese apartado lugar en el que la verdad la dictamina Fantomas.

No hay reino sobre esta pequeña esfera del universo que obre de manera distinta. Fatalidad, porque Dios no tiene acciones en la empresa de los hombres. De este modo, cada quien roe el hueso que tiene más cerca, ovaciona al príncipe, aunque por las noches ningún sueño sea reparador. Cuando amanece, se sabe de nuevo sobre la tierra y piensa que en esa tortuosa historia del pecado original, cualquier camino conduce al poder de la serpiente. Como vindicación del hombre que degrada el poder, una fuerza ingrávida, incisiva, luminosa y fugaz, la poesía, hace acto de presencia no para enquistarse o anquilosarse en su brecha; menos para amoldarse al lecho de Procusto del poder, en el que no caben distinciones, porque la dialéctica que lo define es una sola, sino para liberar de su asfixia el atormentado espíritu del mundo.

La historia y la crónica escritas por quienes fueron juez y parte del cruento proceso de vasallaje que conocemos como la Conquista de América, se expresa más categóricamente en las octavas reales que escribieron Alonso de Ercilla y Juan de Castellanos. Pedro.




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