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29 de marzo de 2024





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De un ejercicio fructífero e indetenible
Fácil y también latosa, frecuentemente escasa de originalidad, los mercaderes del espíritu levantan la rápida solución a nuestros problemas existenciales que, por muy pragmáticos que nos digamos, día tras día actualiza y tiende a agravar el historial de angustias.
Luis Barragán | @LuisBarraganJ

23 Dic, 2014 | La crisis adquiere los más disímiles perfiles, obviando el más peligroso de todos. La espiritualidad suele encontrar la extendida oferta de los mercachifles que juegan peligrosamente con ella, por las urgencias de un padecimiento que abre desesperado las puertas de brujos, de sectas y hasta buena parte de una literatura de moda, como la llamada autoayuda.

Fácil y también latosa, frecuentemente escasa de originalidad, los mercaderes del espíritu levantan la rápida solución a nuestros problemas existenciales que, por muy pragmáticos que nos digamos, día tras día actualiza y tiende a agravar el historial de angustias. Se dirá de excepciones, pero hay alquimistas que juegan con la buena fe de las personas convertida la enfermedad espiritual en un suculento ingreso.

Ciertamente insospechados, concluyendo el año, nos encontramos realizando los Ejercicios para la Vida Corriente que confeccionó e impulsó San Ignacio de Loyola, muchas veces requerido por la Inquisición ante su persistente iniciativa. Una alternativa también necesaria de expandir y profundizar, nos ha colocado en la genuina senda de una interrogación que tiene una firme respuesta que solemos evadir para intentar economizarnos el esfuerzo.

Lo que creímos de un compendio de simples enunciados y de expedita realización, afín a una tarea escolar, se ha convertido en una extraordinaria y consecutiva tarea de actualización que, en lo particular, cumple el tránsito del Dios aristotélico a Jesús de Nazaret. Bajo la conducción espiritual del Padre José Martínez de Toda (SJ), intentamos disciplinarnos, poner orden a nuestras afecciones, bajo una necesaria interpelación que, en nuestro caso, no se agota.

Auxiliado por los llamados acompañantes, quienes antes realizaron los ejercicios ignacianos y después adquirieron las destrezas necesarias, semanalmente nos encontramos en nuestro grupo que luego se incorpora para realizarlos con los otros, en sesión plenaria, responsabilizándonos personalmente por la diaria oración que no es fácil en medio de las tantas diligencias que nos agobian durante la semana. Dios que nos encuentra y tiende su mano amorosa, constituye una gratificante experiencia que, poco a poco, con humildad, intentamos.

Hemos preguntado a dos de los acompañantes, sorprendiéndonos que no sean psicólogos de profesión, porque –además- muy pacientemente manejan diferentes situaciones con una sagacidad y sabiduría que, valga admitirlo, envidiamos, teniendo por origen las enseñanzas de Jesús. Aceptemos, hay temas que la cotidianidad impide ventilar, y, recuperada la costumbre de hablar de ellos, con la comunidad, con el acompañante y con el mismo sacerdote, guiados por la obra escrita de Ignacio de Loyola y la de Ignacio Huarte (SJ), originada en los ejercicios que impartió años atrás en el barrio barquisimetano de La Carucieña, nuestra inicial preocupación reside en el peligrosísimo ofrecimiento de los inescrupulosos que improvisan, en torno a los delicados asuntos espirituales que rifan.

En las vecindades de la Buena Noticia, agradeciéndole por esta inmerecida oportunidad de ejercitación y de conocer a tantas personas comprometidas con su mensaje que no tienen por hábito los deslumbrantes escenarios del país, rogamos a Dios sus bendiciones para todo el pueblo venezolano. La Navidad puede explicarlo, incluyendo al no creyente, un 2015 transitando el camino del amor, la paz, la concordia, la justicia, la reconciliación, como un ejercicio fructífero e indetenible.




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