1 Oct, 2014 | Mañana millones pronunciarán martes,
mas yo seguiré en tus ojos
y pronunciaré mar.
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Leo para volverme lo que soy.
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Escribirás y escribirás y, sólo hasta ese momento, cuando tus dedos sobre el teclado ya no puedan seguir, sabrás de mí porque comprenderás el temblor de mi voz.
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Cuanto más lloro, más canto. Las lágrimas y la música entenderán la razón.
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Mis lágrimas bañan mi página. El día que a mi página esto no le sorprenda, ese día habré dejado de escribir.
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Mi lunar en la espalda ya no existe, mas en su lugar ha quedado una cicatriz. Algo así sucede con el ayer.
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Madrugada que abres mis ojos para asegurarte de que yo no deje de soñar.
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No quito las piedras en mi camino. Camino sobre ellas. Me contagio de cada color.
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Mucho escribo de noche porque es ella la que más escribe de mí.
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Borro lo que escribo. Intento salvarlo. Vuelvo a borrarlo. Intento... salvarme.
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En aquel país aprendí a comer lo dulce antes de lo salado. Creo que por esto ya confundo hasta el más amargo de los días. Bendito país.
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Este café me dice que, desde una mañana, todo será tal como esta melodía. Esta melodía me dice que, desde una mañana, todo será tal como este café. Y ya no sabré quién de los dos, si el café o la melodía, terminará de despertarme, pero tomaré y escucharé; estaré viva.