Porlamar
18 de abril de 2024





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Santiago Cabruja asegura que no cambia la isla de Margarita "por nada del mundo"
Disfruta a plenitud de la insularidad, del funche y el sancocho de pescado con toque de ají margariteño. El nativo es franco y actúa sin cortapisas, dijo.
Yanet Escalona

Foto: STEPHANY OLDAN

Santiago Cabruja ama Margarita. / Foto: STEPHANY OLDAN

26 Oct, 2014 | Santiago Cabruja es un margariteño con familia materna de origen vasco de lo cual se enorgullece. Mezcla de culturas que, sin embargo, no le resta el amor hacia una Isla que asegura no cambia por nada del mundo. Es su tesoro.

-Cuando estudiaba en Caracas no me decían "ñero", pero sí margariteño. Como buen oriental jugábamos truco, era dicharachero, con los amigos nos echábamos los tragos...y así somos los margariteños, muy joviales y no tenemos cortapisas a la hora de expresarnos y comunicarnos. En esa época universitaria era muy común también que durante las vacaciones muchos amigos quisieran venir a la Isla y entonces uno abría las puertas de su casa. Siempre Margarita ha gustado.

"Cuando te encuentras con un margariteño existe como un lenguaje diferente, a través del cual te entiendes con el coterráneo; disfrutas de un funche, del sancocho de pescado con el toque de ají dulce, e independientemente de nuestra devoción por la Virgen del Valle y el Santísimo Cristo de Pampatar, también considero que es increíble vivir aquí bajo el sol margariteño, los sabores de la gastronomía insular y hasta la brisa marinera".

Cabruja es locuaz y se esmera en describir situaciones, momentos y anécdotas.

Heredó de su padre, Santiago Cabruja, quien conoció a su mamá Loré Ituarte Esnal en Cumaná y de allí vinieron casados, aptitudes de buzo y en ese rol de submarinista ha conocido las profundidades de "la mar", la cual compara con una mujer: a veces tranquila; a veces brava, pero siempre atractiva.

Desde niño recuerda que presenciaba las faenas marineras, las caladas de jurel o de sardinas, a los pescadores lanzando o remendando sus trenes y él, como muchacho curioso, viendo ese espectáculo de la Margarita de entonces, con paisajes casi vírgenes.

También de la infancia conserva los recuerdos cuando su abuelo Antonio Ituarte, fundó en Porlamar el hotel Marítimo, en donde la mejor cocina vasca, estaba en manos de su abuela Casta Esnal. En su memoria también conserva las imágenes de los marinos de la época arreglando las velas de las balandras y tres puños, el muelle de madera de la ciudad marinera y las aceras que eran de piedras. "Los muchachos caminábamos allí como en juego, tratando de no pisar las líneas entre una y otra".

Tiempos en que un litro de leche costaba real y medio, y con un cuartillo se compraba un posicle (helado). "Los choferes de plaza hacían las veces de taxis y llevaban a nuestra familia desde el Marítimo hasta el hotel Bella Vista, que era uno de los pocos que tenía piscina. Estaba de moda visitarlo".

-Íbamos también a Pampatar en carro, nos bañábamos en la playa hoy llamada Juventud, y desde allí veíamos cómo se desplazaban las "lanchas voladoras", como se les llamaba a unas traídas de Italia.

A tierra firme

A mediados de la década de los 60 la familia se muda a Los Teques, y Cabruja interrumpe ese disfrute insular, sin olvidar a Margarita. Estudió en esta ciudad mirandina y luego en la Universidad Católica "Andrés Bello" (UCAB), donde obtiene el título de Ingeniero Civil. Graduado y más emprendedor desde entonces trabaja como promotor inmobiliario, sobre todo en Pampatar, tomando parte en la construcción de edificios como La Balandra, El Galeón, Punta Ballena, Isla Blanca, Vista al mar y Casa del Sol, entre otras, donde reside. Es vicepresidente de la Junta del Santísimo Cristo de Pampatar, la cual encabeza su inefable amigo Carmelo Acosta.

Foto: STEPHANY OLDAN

Vive con optimismo... / Foto: STEPHANY OLDAN

En la capital de Maneiro logran que se construyese el Museo del Cristo, ubicado en la calle principal. Esta edificación aún no abre sus puertas pero permitirá exponer fotografías, videos, milagros del Cristo y demás testimonios de los favores concedidos por el santo patrono. Aparte de su actividad inmobiliaria y profesional, a su regreso a la Isla en los años 80, junto a un grupo de amigos promovió la construcción del Colegio Guayamurí que también es su proyecto de vida. Y está feliz.

Santiago Cabruja (apellido sin la "s" al final), nace en Porlamar el 14 de marzo de 1958. Se crió en esta ciudad, vive en Pampatar, estudió entre Los Teques (liceo saleasiano San José) y Caracas (UCAB). Está casado con Maritza Reglá de Cabruja, con quien tiene cuatro hijos: Santiago Cabruja Reglá (Ingeniero Civil); Mery Txell (Odontóloga, quien cursa postgrado en Barcelona, España); Federico, estudia Ingeniería en la Isla y Ricardo, Administración en la Unimar.














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