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¡Viva Malala!
Malala, además de ser mujer –primer gran aval-, es también la persona más joven en la historia del Nobel (17 años).
Luis Eduardo Rodríguez / rodriguezluiseduardo@gmail.com

23 Oct, 2014 | Debemos confesar que sentimos una muy especial satisfacción cuando supimos que el Premio Nobel de la Paz había recaído en dos conocidos defensores de los Derechos Humanos, pero más aún, cuando uno de ellos fue la joven pakistaní Malala Yusafzai; sin desmerecer, claro, al también premiado, el indio Kailash Satyarthi. Ambos defienden el derecho de los niños a la educación, se muestran en contra del ostracismo cultural y la condenable costumbre en muchos países del trabajo infantil explotador.

Malala, además de ser mujer –primer gran aval-, es también la persona más joven en la historia del Nobel (17 años) en recibir esta distinción y a pesar de su corta edad cuenta con una historia que, por terrible y dramática, no deja de ser sorprendentemente fascinante por la fuerza de voluntad y firmeza mostradas para superar los traumas ocasionados por la barbarie incivilizada del régimen talibán.

La historia corta es esta: hace dos años cuando se disponía a asistir a su escuela sobrevivió milagrosamente a un atentado de los talibanes de la provincia de Mingora, cuando un miliciano vinculado al grupo terrorista, al abordar el autobús escolar y solo por el hecho de ser mujer y asistir a la escuela, le disparó varias veces hiriéndola de gravedad en el cuello y el cráneo por lo que debió ser intervenida quirúrgicamente e implantada con una placa de titanio y un dispositivo auditivo. Desde ese mismo momento, y luego de ser enviada a Londres para su parcial recuperación, nació la Malala luchadora por los Derechos Humanos y muy principalmente por el derecho de los niños y, sobre todo, de las niñas, a la educación.

Otra demostración de valentía y coraje está en que Malala profesa la religión musulmana
y sorprende cómo una adolescente se rebela con tanta firmeza ante el extremismo intolerante y desquiciado de algunos fanáticos dementes de su misma creencia religiosa en su derecho al estudio.

Cuando tenía tan solo 13 años desarrolló un blog para la BBC de Londres con el seudónimo de Gul Makai en donde explicaba cómo era su vida bajo el régimen talibán que había prohibido la educación para las niñas en su región.

Malala Yusafzai, además del Premio Nobel, ha sido merecidamente reconocida con los más prestigiosos galardones en el mundo, como el Simone de Beauvoir de Francia, el Sájarov de la Eurocámara y el Peter Gomes de la Universidad de Harvard, entre muchos otros.

Finalizaremos estas breves líneas en homenaje a esta luchadora –hoy ya más mujer que niña- que ha cautivado al mundo recordando dos frases que la retratan en su justa medida. La primera, cuando se reincorporó a clases en una escuela de Inglaterra y expresó: "volver al colegio me hace feliz. Mi sueño es que todos los niños del mundo puedan ir a la escuela porque es su derecho básico", y la otra cuando recibió el Nobel: "no es el fin, sino el principio". Qué gran premio, sin duda.




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