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29 de marzo de 2024





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Fisuras y troneras
Igual hay hombres que creen que se la saben todas al destruir hogares y que andar con liviandad es una gracia, cuando causan desgracias a otros seres humanos. Es hacerse pasar de ángel y ser un verdadero demonio.
Crisanto Gregorio León / crissantogleon@gmail.com

22 Oct, 2014 | Hay quienes invocan a Dios pidiéndole la muerte del prójimo. Y hasta del prójimo más próximo. Existen personas que se arrogan la potestad de señalar, juzgar y sentenciar a su hermano o hermana, a su padre y a su madre, a su esposa y esposo, a su compañero o compañera. Incluso siendo estos inocentes.

Bajo esta acomodaticia manera de conducirse en la vida otros u otras son capaces incluso de programar la muerte de alguien con un bajo perfil casi inadvertido. Se han visto casos, por ejemplo, donde una esposa con aparente corrección maquinó durante largos años la muerte de su esposo solo para poder entregarse a las riendas del desorden concupiscente con otros hombres. Y poco le valió pensar en su alma inmortal y el juicio que tendrán ante el tribunal de Dios.

Igual hay hombres que creen que se la saben todas al destruir hogares y que andar con liviandad es una gracia, cuando causan desgracias a otros seres humanos. Es hacerse pasar de ángel y ser un verdadero demonio. Allí tenemos el ejemplo de Lucifer.

Unos y unas andan por la vida cazando fisuras en la vida de otros para hacer de ellas unas troneras, para poder justificar las propias. Y olvidan las palabras de Jesús el Maestro, el Galileo: "¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo", tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano" (Lucas 6,41-42).

No importa cómo te vistas, ni del color como te tiñas el cabello, ni la clandestinidad de tu pecado, siempre donde creas que te estás escondiendo y aunque creas que engañas a Dios, solo engañas a los hombres y caes en tu propio engaño, pero jamás engañarás al hacedor del universo. Que siempre te ve no importa donde te metas.




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