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20 de abril de 2024





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Matando tigres
El pasado fin de semana estuve de cacería y mi hijo Andrés, quien está por completar su etapa adolescente, me acompañó asumiendo labores de apoyo operacional.
Manuel Narváez narvaezchacon@gmail.com

2 Oct, 2014 | Formo parte de la clase media empobrecida. De los miles de venezolanos desclasados que ahora se endeudan con la tarjeta de crédito para pagar el supermercado y el colegio de los hijos. Como muchos, disparo sobre cualquier tigre desprevenido para intentar equilibrar el presupuesto familiar y para ofrecerme, si el tamaño de la presa lo permite, alguna satisfacción (restaurant, cine, libros) de esas que se han convertido en lujos inalcanzables.

El pasado fin de semana estuve de cacería y mi hijo Andrés, quien está por completar su etapa adolescente, me acompañó asumiendo labores de apoyo operacional. A pesar de la inexperiencia, su desempeño fue excepcionalmente bueno y luego de casi 10 horas de trabajo, recibió el pago que compensaba su esfuerzo.

Al preguntarle por el destino que le daría a su dinero, me contestó que lo depositaría en su cuenta de ahorros. Lejos de alegrarme por su espíritu previsivo y el entusiasmo con el que confiaba en realizaciones futuras, me entristeció tener que explicarle que era un grave error colocar dinero en una inversión que solo reportaría 10% de intereses, mientras que la inflación anualizada supera el 70%.

No sé qué hará Andrés con su dinero. Por mi parte recordé que de niño mi abuelo me regaló una alcancía; un sonriente cochinito de loza que recibía regularmente mis monedas de plata. Cuando se llenó, trasegamos el tesoro a La Margarita en donde continuó creciendo. Más adelante, ese dinero financió muy buenos momentos finalizando el bachillerato y complementó, durante un buen tiempo, la beca que recibía para estudiar al otro lado del Atlántico.

Así era antes, ahora no es posible. Ahorrar en bolívares en una insensatez que solo cometen jóvenes inexpertos o adultos despistados. Quien ahorra en bolívares se empobrece; también, en retroalimentación perversa, Venezuela se empobrece si los ciudadanos no ahorran. Un país que no puede ahorrar, es un país en el que no es posible soñar. Por eso la dolorosa hemorragia de jóvenes que "se van demasiado".




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