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23 de abril de 2024





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Pesca artesanal comienza como un juego de niños... y termina en una faena
Los saberes profundos de este oficio marinero son transmitidos de una generación a otra. A los 14 años, el joven Jesús Zabala, de Boca del Río, combina sus estudios de bachillerato con esta actividad pesquera. Destaca como un buen buzo.
Yanet Escalona

Foto: YORMAN TINEO

Jesús Zabala, a la izquierda, a los 14 años se lanza a la mar. / Foto: YORMAN TINEO

6 Sep, 2014 | Quizás a los ojos de un niño todo comience como un juego, pero ese conocimiento que se adquiere a bordo de un peñero junto a padres y abuelos, termina en una acumulación de saberes que se transmiten de una generación a otra. Aun cuando el pescador experimentado no le desea tan duro oficio a sus hijos, sino que sueña con verlos estudiar u obtener un título en la universidad, no dejan de transmitirles enseñanzas. Y es así como la faena se lleva en la sangre y el mar termina siendo el compañero de viajes, aventura y fuente de experiencias.

A los 14 años, Jesús Zabala es considerado por sus compañeros de faena y familiares de Boca del Río, municipio Península de Macanao, como un avezado pescador. Luego de retornar de una jornada a nueve millas de la costa, al llegar a tierra habla orgulloso de su condición de marino, en tiempo compartido con sus estudios de bachillerato.

A su lado, Luis José Narváez, con quien sacó malachos "a ritmo troleao" cerca de la isla de Coche, se quita el sombrero a la hora de hablar de este diestro joven que ha aprendido rápido. "Es un bárbaro, le mete a todo y, cuando se lanza al mar, a puro pulmón baja a nueve brazas".

Como para que no haya dudas de su proeza, remató el comentario al asociarlo con la profundidad a la cual alude: "son como 17 metros". Comentó que también acostumbran utilizar el arte de las nasas para capturar los pargos y faenan a veces en los "pata'e cabrales", sitio donde extraen las "pata'e cabras" o pepitonas.

El adolescente, de cierto modo más circunspecto, se confesó en una frase: "Me gusta la pesca", oficio que "heredó" de su padre, Alexis José Zabala.

Ante el desempleo

El dirigente pesquero de La Isleta, Orangel Antón, observó que desde hace dos años aumenta la cantidad de jóvenes que se incorporan a la actividad pesquera, más formalmente, asumiéndolo como jornada laboral propiamente dicha, más que simple pasatiempo o diversión.

Foto: YORMAN TINEO

En Robledal también sueñan con ser marinos. / Foto: YORMAN TINEO

-Pienso que eso está relacionado con la falta de empleo, ya que el muchacho termina el bachillerato y después se queda sin hacer nada, de modo que decide dedicarse a la pesca, sobre todo entre los 15 y 22 años.

Antón indicó que si bien a los jóvenes les gusta la pesca, la mayoría prefieren travesías cortas. "Se rehúsan a las campañas en aguas internacionales, porque no soportan permanecer tres o cuatro meses fuera de la Isla y de sus respectivas familias".

"Uno se inicia en esto desde pequeño. Sales a pescar con tu papá y vas conociendo el arte. Los muchachos aprenden en la ruta diaria. Fíjate, en mi caso desde los 10 años ya estaba montado en un bote".

Hoy, a los 47 años, Antón siente que ha tenido duro aprendizaje, pero continúa allí y así lo transmite a los suyos.














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