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25 de abril de 2024





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La Guerra Económica y sus frentes de batalla
El acaparamiento, la usura, y el tráfico clandestino de bienes y artículos básicos para la vida, el aseo y demás actividades de la economía con fines políticos y crematísticos, es una perversión tan vieja como la guerra.
William Fariñas | @williamfarinas

23 Ago, 2014 | Una de las grandes paradojas del adversario en la guerra es su búsqueda permanente de camuflarse para engañar al contrario. En el caso de la guerra económica, los contra de la sociedad venezolana se mimetizan de negociantes y mercaderes. El contrabando en sí mismo está definido como una antípoda a los intereses de una sana relación del comercio internacional. Cuando esta actividad depredadora extirpa al pueblo su comida de la dieta diaria, es una auténtica calamidad de seguridad alimentaria.

Es absolutamente inmoral ejecutar, amparar y justificar estas acciones de extracción de alimentos desde el marco de la relación ganancia-precios que ofrece el capitalismo salvaje. El acaparamiento, la usura, y el tráfico clandestino de bienes y artículos básicos para la vida, el aseo y demás actividades de la economía con fines políticos y crematísticos, es una perversión tan vieja como la guerra. El Estado venezolano con toda su fuerza y poderes públicos tiene que estar al frente de estas batallas para derrotar a estos enemigos atípicos. Es lamentable que connacionales se presten para estas actividades nocivas para la tranquilidad y paz de la nación.

El ánimo que asiste a la política trasgresora de esta guerra económica, es soliviantar la moral del pueblo y la gobernabilidad de cara a las próximas elecciones parlamentarias. Toda guerra es la continuación de la política por otros medios. Especular con los alimentos subsidiados de la Misión Alimentación es un auténtico crimen y por lo tanto debe atacarse con todo el peso de las leyes a quienes cometen tales fechorías. Igualmente todos aquellos funcionarios y empleados, públicos tanto como privados; que se presten de manera deshonesta y negligente para cometer, amparar y facilitar hechos de tal magnitud, deben ser considerados delincuentes.

Una gandola de alimentos no llega a la frontera sin la complicidad, en distintas escalas, de funcionarios corruptos. Así mismo, no se justifica que en nombre de la economía popular, se expendan ilegal y abiertamente alimentos subsidiados de Mercal, Abastos Bicentenarios o Pdval; por falsos y aprovechadores "buhoneros" que descaradamente roban al pueblo. Que comerciantes extranjeros desagüen encubiertamente bienes y alimentos a mafias de mercaderes; deben ser confiscados. El glorioso pueblo patriota de Venezuela se respeta y no se merece estar pasando sacrificios injustificados. Somos un pueblo que ha superado un sinfín de dificultades y en esta ocasión saldremos nuevamente victoriosos. Todos a los frentes de batalla. Venceremos.




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