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Choque de filosofías
Lo que hay es un mundo globalizado, donde funciona el sistema capitalista, constituido por un inmenso mercado de bienes y personas, que amenaza, en su diabólico desenvolvimiento, con arrasar no solo a la humanidad, sino a la tierra entera.
Walter Castro Salerno | walterjosecastro@yahoo.es

23 Ago, 2014 | Hace algún tiempo, pero no tan remoto como para que no podamos rescatarlo para el presente, en un ensayo inspirado en el viejo etnocentrismo cultural, y con sobrepeso de esa petulancia con la cual el Nor-Occidente durante siglos ha solido mirar a los otros continentes, se nos anunciaba que pronto veríamos un "choque de civilizaciones".

No había que detenerse ni en el título, como tampoco avanzar líneas adentro para comprender que se trataba del conflicto entre la civilización occidental y los pueblos del "tercer mundo", y aún más específicamente, del orbe árabe-islámico. Con manipulaciones de los datos históricos, falsas premisas, y artificiales clasificaciones étnicas, religiosas y hasta geográficas, aparecía un bloque homogéneo, ordenado, cercano a la prosperidad, a la democracia, en fin, al equilibrio y a la felicidad. Por el otro, un conjunto heterogéneo, mugriento, desordenado y casi caótico, sufriente de plagas, tiranos, hambre y miseria. Incluso algunos hasta planteaban el fin de las ideologías. O, como ya lo había hecho en el siglo XIX un pensador francés: "La miseria de la filosofía".

En realidad lo que había ocurrido era al revés, como había sostenido Marx: una "filosofía de la miseria". Y en estos instantes y contrariamente de lo que a diario vemos y escuchamos por las noticias que escupen las maquinarias noticiosas de las grandes corporaciones mediáticas, no existe ninguna guerra de civilizaciones. Lo que hay es un mundo globalizado, donde funciona el sistema capitalista, constituido por un inmenso mercado de bienes y personas, que amenaza, en su diabólico desenvolvimiento, con arrasar no solo a la humanidad, sino a la tierra entera.

Lo que hay es un conflicto de pensamientos. Un choque de conceptos. Una guerra de filosofías. Entre, por un lado, el capitalismo, que tal como estableciera también Marx, es revolucionario, tanto que se hace feroz, alienante e implacable, inhumano, y por el otro el socialismo. Pero no cualquier socialismo. Existen variantes del sistema socialista. De hecho en el interior de los propios Estados Unidos de Norteamérica, en algunas comunidades rurales, por citar este ejemplo, como en los países escandinavos, prospera un sistema social avanzadísimo, de solidaridad, control del desenfreno, la usura y la especulación, respeto sacrosanto al ambiente, a la naturaleza.

Se concibe así el socialismo, al decir de Walter Benjamin, como un verdadero freno a las exacciones, a la explosión del capitalismo salvaje, la más infame explotación del hombre por el hombre que por donde quiera que veamos, como en China para citar otro ejemplo, y sobre todo por lo que se conoce como el "modo de producción asiático", representa uno de los mayores peligros que enfrenta la humanidad.

Sin duda que el socialismo como utopía aún pervive en el horizonte mental de mucha gente. ¿Cómo llegar a un sistema que conjugue y resuelva el problema de la producción de bienes y servicios y haya luego reparto equitativo para todos? Como (nos) se interrogó el honorable caballero Sir William Shakespeare por boca de su hijo Hamlet: "Ese es el problema".




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