22 Ago, 2014 | Avanza agosto, y con él las esperadas vacaciones. Al respecto, tuve la osadía de preguntarle a un colega educador si viajaría a algún lugar en sus días libres. Medio en broma y medio en serio me respondió: _ ¿Viajar? ¡No mijo! ¿Con qué… se sienta la cucaracha? Me quedo en "punto fijo". Pa' donde va a coger uno si los cuatro reales que nos pagaron de vacaciones se fueron en el préstamo de la Caja de Ahorros, que "es nuestro pañito e' lagrimas"; en medio arreglar el carro pa’ que por lo menos corra hasta diciembre cuando lleguen "los aguinaldos", porque al bicho le falla y se les rompe todo cuando uno cobra los centavitos; en terminar las rejas de la casa pa’ ponérsela un poquito más difícil a los ladrones; y en pagarle a Corpoelec y a Hidrocaribe por su negligencia. ¡Ah! y el repele que me quedó pa’ compra lo poco que se consigue pa’ medio comer.

Por supuesto la respuesta no me sorprendió, porque esa es la realidad que viven y sufren quienes incursionan en la carrera docente. Sin embargo siempre se impone la mística y la ética profesional, y los educadores nunca dejan de cumplir a cabalidad sus funciones dentro y fuera de las aulas de clases. Pero como dijera Cristo, "no sólo de pan vive el hombre": Aunque es enorme la vocación de servicio y voluntad de nuestros docentes, ¡No sólo de eso y de su sueldo vive un maestro! Creo que es necesario que el Estado y sus gobernantes revisen el trato que se les viene dando; puesto que ellos, sin menospreciar la labor que realizan otros profesionales, tienen la gran responsabilidad de educar y formar a los futuros líderes de la nación.

No pido un trato "superespecial" para los maestros, pero si unas condiciones socio-laborales, académicas y económicas acordes con su labor, que le permitan dedicarse a tiempo completo a educar. Es lamentable que hoy muchos profesionales de la educación se vean en la necesidad de convertirse en buhoneros, taxistas, empanaderas, perrocalenteros, etc., porque estas actividades, dignas todas, resultan más atractivas económicamente que la carrera docente. Peor aún, antes algunos docentes, luego de las clases diarias, "redondeaban" sus sueldos "matando un tigrito", que era como se referían a esas u otras actividades. Actualmente éstas representan el mayor ingreso para muchos educadores, mientras que la profesión docente paso a ser "el tigrito" que matan algunos para garantizar los pocos beneficios sociales de la carrera, de los que hoy hay que excluir el de HCM, venido a menos en la actual administración tanto nacional como regional.

Indudablemente esta situación que enfrenta el Magisterio mella considerablemente a la educación como proceso; por cuanto el educador que ve mermada sus condiciones de vida por los bajos sueldos, por la deficiente atención en salud, por el alto costo y escasez de los productos de la canasta alimentaria, se siente obligado a buscar otros empleos. Obviamente, un docente en estas condiciones difícilmente podrá rendir al máximo en su
labor educadora. ¿Será que todo esto forma parte de una política educativa de los gobiernos nacional y estadal?