21 Ago, 2014 | Hay acciones humanas buenas, malas y neutras (que no son ni buenas ni malas). Para calificarlas debemos averiguar cuál es su fin. Por ejemplo, caminar. En sí mismo no es bueno ni malo, depende de a dónde voy, y de lo que voy a hacer. Pero hay otras, que siempre, y las haga quien las haga, son malas. Por ejemplo: robar, porque es arrebatar a otro algo que le pertenece.

La persona es un ser libre y, al principio, hay que hacérselo todo, y después hay que enseñárselo todo: enseñarle a comer, decirle qué tiene que comer, cómo vestirse, cómo asearse. A medida que crece va aprendiendo todo eso hasta valerse por sí mismo. En esto los animales son más independientes que las personas, pues vienen programados por la naturaleza a través del instinto. Como el hombre es libre –se puede portar bien o mal-, tenemos que enseñarle lo bien que le hace portarse bien y lo mal que le hace portarse mal. Sus actos son moralmente calificables y repercuten en su vida y en su personalidad.

Por eso han de aprender a desear lo bueno y rechazar lo malo. Así le vamos formando la conciencia y aprenderá a ser responsable.

Por eso existe la educación. Para aprender la teoría que les enseñará a vivir. Por eso la educación ha de ser veraz, porque si no, le estamos dando gato por liebre, lo estamos engañando. Por eso no da lo mismo enseñarle una cosa buena que una mala como si fueran lo mismo. Todo proyecto educativo tiene una concepción del hombre. Lo concibe de una manera. Si yo no lo trato como a un ser libre, le impondré mi voluntad o la que transmitan los medios de comunicación o lo que esté de moda. Y eso es un fraude.
La naturaleza ha dejado la responsabilidad de educar a los padres. Porque ellos son los que le han hecho nacer. Siguen siendo responsables de lo que el niño haga porque ellos se lo habrán enseñado.

Por eso, el ejemplo es importante. Cuando un niño ve que sus padres mienten, pensará que también él puede mentir. Si los padres son maleducados y groseros, tendrán hijos maleducados y groseros. Por eso no es bueno celebrarles todo lo que hagan, sin distinguir lo bueno de lo malo. Por todas estas razones, el Estado no puede ser el principal educador, porque no ha tenido hijos. Tiene ciudadanos y debe "velar" porque reciban la educación necesaria para serlo. Pero solo "velar", porque la orientación educativa se la darán los padres. Esa elección es indelegable y a los padres les corresponde por derecho natural.