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25 de abril de 2024





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Intermezzo margariteño: guárdame ese polo
Los músicos del Ensamble Música Distinta de Ida y Vuelta 2014 con la propuesta “Huellas ancestrales” (la música que llegó de Andalucía, evolucionó y se quedó en el oriente venezolano) desplegaron con sabiduría y talento pedagógico un concierto que nos paseó por la música medieval y sobre todo de los siglos XVI y XVII.
Ramón Ordaz / rordazq@hotmail.com

20 Ago, 2014 | La Cámara de Comercio de Nueva Esparta, a través de la gestión del entusiasta promotor empresarial Teodoro Bellorín, y la Universidad Corporativa de Sigo ofrecieron el 1° de agosto a los pueblos de la isla, como aliciente al inicio de la temporada vacacional, un regalo de trascendental importancia para quienes entendemos el valor que poseen los distintos géneros musicales como rasgo identitario de las islas de Margarita, Coche y Cubagua. Noche singular, de reencuentro con los orígenes de nuestros cantos, con los antecedentes de los instrumentos que en nuestros días son portadores de una tradición secular. Los músicos del Ensamble Música Distinta de Ida y Vuelta 2014 con la propuesta “Huellas ancestrales” (la música que llegó de Andalucía, evolucionó y se quedó en el oriente venezolano) desplegaron con sabiduría y talento pedagógico un concierto que nos paseó por la música medieval y sobre todo de los siglos XVI y XVII. Geraldine Henríquez, Oscar Battaglini, Beatriz Bilbao, Víctor Urrieta y el aporte local en la persona del luthier Emilio Jiménez armonizaron voces e instrumentos para ejecutar Cántigas, Romances, Canción de cuna, Galerón Antico, Antífona hacia una Gaita Margariteña, Folías, Gaitón al Punto, Guárdame las vacas, Jota de Alhama con Malagueña, entre otras. Pudimos apreciar esas viejas partituras y sus secretas correspondencias con la música oriental, ejecutadas con laúd renacentista, vihuela –antecedente del violín, viola y guitarra-, cuatro y arpa.

Hemos nacido entre cantos, nos levantamos entre cantos, y cada voz y cada estrofa han marcado una ruta melódica en nuestra geografía interior. Entre el polo norte y el polo sur, en el medio, está el polo margariteño, versátil género de nuestro folklore cuyo origen es una música que se ejecutaba con vihuela, “Guárdame las vacas”, y su partitura más conocida pertenece al granadino Luys de Narváez (1538), quien formaba parte del grupo de músicos en la corte de Carlos V. Las letras variaban, seguramente, como se estila en nuestros días. Una de ellas nos la ofrece el ensayista Pedro Henríquez Ureña en su “Antología de la versificación rítmica” (1919): “Guárdame las vacas, /Carillejo, y besarte he;/ si no, bésame tú a mí, /que yo te las guardaré”. Titulada como “Cantar pastoril” y anónimo del siglo XVI, acota el escritor dominicano que “lo glosan Cristóbal de Castillejo y Sebastián de Horozco”. Ese género musical, procedente de la lírica bucólica, en esos insólitos traspasos de la historia y de transfusión marítima arribaría a nuestras costas con ese toque armonioso de nuestro polo que, con ejemplar estilo, El Cuarteto (Raúl y Miguel Delgado Estévez, y Telésforo Naranjo) versionaría en los años setenta para demostrar esa transición que va de “Guárdame las vacas” al clásico Polo Margariteño.




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