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19 de abril de 2024





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Santo y ángel
Los de a pie que en grado menor, comercian y viven de llevar y traer. Siempre ha ocurrido, pero ahora se pasaron.
Mireya Mata / mireyamatanota@gmail.com

20 Ago, 2014 | Se necesita todo un ejército, incluyendo el celestial, para acabar con el contrabando entre Venezuela y Colombia. Asombra al extremo que ha llegado la extracción de alimentos y gasolina. Sin duda, una de las causas de la escasez que nos afecta. De acuerdo con los cálculos, por esos caminos se nos va hasta un 40% de nuestras provisiones. Es demasiado. Afortunadamente, vemos la buena disposición, o mejor, la determinación de minimizar este flagelo, con la colaboración entre ambos países. Aún cuando del lado colombiano manifestaron su desacuerdo con el control nocturno de la frontera. Un santo en la presidencia y un ángel en la cancillería del hermano país no han podido con este asunto. ¿Cómo que no trataron en la reunión tales medidas? Arias Cárdenas dice lo contrario.

De cualquier manera, lo importante es que el gobierno venezolano está decidido a poner fin a esta fuga continuada de nuestras provisiones alimentarias y energéticas por la frontera. No es tarea fácil. Los factores son múltiples. Entre ellos, el fundamental es la corrupción, que consiste en la ausencia de conciencia moral, lo que fatalmente incluye a muchos de nuestros funcionarios civiles y militares de control, que se venden al mejor postor para sacar provecho ilícito de cualquier orden. También el transportista que soborna y se deja sobornar. Los comerciantes que venden y revenden de uno y otro lado. Los de a pie que en grado menor, comercian y viven de llevar y traer. Siempre ha ocurrido, pero ahora se pasaron. Claro, es pieza fundamental de la guerra económica, cuyo fin es acabar con la revolución bolivariana.

Allí hay complicidad de uno y otro lado. Nos parece acertado que el poder popular o la entidad poblacional de las fronteras se incorpore en las denuncias y también en la aplicación de las medidas de control para lograr la eficacia. Es hora de las soluciones. Ahora o nunca. Fuera las críticas vacías de contenido y de buenas intenciones. Adelante la concurrencia de las buenas voluntades. Recordemos la frase de Thomas Mann: “La tolerancia de la maldad, es el peor crimen”.




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