2 Ago, 2014 | Hoy escribiré para ti que quieres leerme, confiando yo en que tu mirada
al mismo tiempo me vaya dictando aunque sea un poco del regocijo que encuentro en tus versos,
es decir,
en tu alma.
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Vuel(v)e a mí
en su recuerdo.
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Encuéntrame
en mis manos que aún no te ven;
en mis ojos que aún no te acarician;
en el verso,
que se dice mío,
que aún no te encuentra.
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Quiero hablarte,
mas tendré que releerte
para recordar mis palabras.
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Ojos grandes que disculpan la torpeza del corazón.
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ENHORABUENA
Tiempo:
en mi ser dejaste de ser,
ya que obsequiaste tu lugar al
presentimiento
que marca mi hora.
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Aun en la distancia,
somos almas gemelas,
me lo dice nuestro inútil intento de detener nuestro llanto.
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Hoy el consuelo entiende mis palabras.
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Di,
no pasa nada,
escribe,
habla,
que ya comprendí lo que callas.
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Vaya mundo que nos atrasa con las lecturas que nos alientan, y nos adelanta a las lecturas que lentamente nos matan.
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Llegaste a mí
como la flor
tímida,
llena de luz,
que te sorprende en tu jardín.
Y así
tímido,
lleno de gris,
como la flor que entierra mi jardín,
te fuiste de mí.
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Brazos cruzados que recuerdan
a las lágrimas que los bañan,
que no somos dignos
ni de ellas.
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Y llegará el día en que
me contarás de ti lo que
me hará saber de mí.