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Venezuela: la soberanía de la locura
La soberanía de la locura es aquella que estampa su cinismo en decirnos que el país va rumbo a ser una "pequeña potencia" mientras casi todo lo que necesitamos consumir debe ser importado.
Javier Antonio Vivas Santana @jvivassantana

30 Jul, 2014 | Si existe la soberanía, los espacios cognitivos que existen dentro de ella han entrado en la locura. Vivimos para encontrar alimentos básicos en cualquier supermercado, abasto o bodega; no obstante, algunos nos dicen que éstos escasean porque ahora existe el "acaparamiento doméstico" o mucho "poder adquisitivo", aunque los niveles de inflación tripliquen los ajustes de salario mínimo.

La soberanía de la locura es aquella que estampa su cinismo en decirnos que el país va rumbo a ser una "pequeña potencia" mientras casi todo lo que necesitamos consumir debe ser importado. Hay soberanía de la locura cuando nos afirman que tenemos miles de millones de dólares en un fondo asociado con un país asiático, pero los anaqueles de los comercios están vacíos y las industrias cierran porque carecen de materia prima.

La soberanía de la locura se expande cuando es más caro un pasaje de autobús que el costo con el cual se llena de combustible ese transporte para el tránsito de su trabajo diario. Existe un Estado que nos pregona conservación del ambiente, pero sus instituciones exigen la impresión en papel de todos los documentos o solicitudes ciudadanas. La soberanía de la locura se excita cuando una élite gubernamental se vuelve esquizofrénica ante la detención de un militar en suelo extranjero y explota en orgasmia política con su liberación.

La soberanía de la locura invade la ciudadanía al ver miles de asesinatos, robos y crímenes en las páginas de los diarios o cuando son víctimas de tales hechos, aunque exista una funcionaria que diga que ello es parte de una "percepción de inseguridad" o justifique la tortura. La soberanía de la locura encuentra apogeo cuando una diplomacia redil aboga por el reclamo de Las Malvinas para Argentina, y calla ante el despojo del Esequibo o se muestra inerte ante el Golfo de Venezuela.

La soberanía de la locura condena los ataques de Israel contra Gaza o las invasiones de Estados Unidos en países árabes o de África, pero demuestra complicidad ante los desmanes que Rusia ejecuta sobre Ucrania. La soberanía de la locura es la misma que encuentra en un Imperio su máximo enemigo, de quien tarde o temprano espera ser invadida en una guerra asimétrica, pero le vende la mayor parte de su energía petrolera a ese mismo país.

La soberanía de la locura es aquella que pide libertad para "héroes" cubanos que están presos en suelo norteamericano acusados de espionaje y terrorismo, pero niega derechos humanos a venezolanos detenidos por razones políticas en su propio territorio. La soberanía de la locura dice responder sobre el bienestar de intereses colectivos, pero niega la firma de contratos colectivos a sus trabajadores, a quienes termina acusando de "mafias sindicales".

La soberanía de la locura reconoce que existe la corrupción aunque no haya corruptos presos. Esa misma locura se extiende al delirio demencial cuando dice que un presidente fallecido, hoy vive y es eterno, es decir, hasta políticamente se decide quién deber ser Dios. La soberanía de la locura hace unos años hablaba de golpe y un Golpe de Estado con tanquetas intentó derrumbar las puertas de Miraflores. Hoy, la soberanía de la locura en cualquier calle y avenida dice que algo va a pasar. ¿Habrá locura de la soberanía?




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