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Primero Nueva Esparta
Cada región, cada estado tiene su especificidad y confronta problemas muy particulares. En ese sentido, se impone la regionalización de la política.
Luis Longart Guerra

29 Jul, 2014 | Los desafíos que nos presenta este momento histórico obligan a elevar la calidad de los planteamientos en el debate político. La desafortunada y lamentable situación que vivimos conduce a la lucha por un cambio constitucional, electoral, democrático y civilista. Una verdadera democracia política y social que sustituya a este desastre.

Cada región, cada estado, tiene su especificidad y confronta problemas muy particulares. En ese sentido, se impone la regionalización de la política. Es lo pertinente, es lo viable, a nuestro juicio, es lo justo y acertado.

Regionalizar la política implica diagnosticar, evaluar, y buscar soluciones adecuadas a los puntos claves que atañen a cada estado del país.

La Región Insular tiene su problemática específica, reconociendo además que la inseguridad, la escasez, el desabastecimiento, la corrupción y los malos servicios públicos afectan también a nuestro terruño.

Nueva Esparta puede dividir su historia política contemporánea a partir de hechos que marcaron pauta en nuestro acontecer. Antes y después de los ferrys y antes y después de la vigencia de los nuevos sistemas aduanales y fiscales conocidos como Zona Franca y Puerto Libre. Tales hechos han contribuido en forma decisiva a promover la actividad turística y comercial de Nueva Esparta, mientras la pesca y la actividad agrícola se continúan desarrollando de acuerdo a la tradición y a las posibilidades y facilidades otorgadas a nuestros campesinos y gente del mar.

Pero, si lo anterior es cierto, no menos cierto es que también los problemas se han agravado. Por ejemplo, el número de homicidios, robos y hurtos ha crecido de manera desmesurada; el crecimiento urbanístico ha sido desordenado, caótico; las invasiones, y la descomposición social y moral, han generado consecuencias indeseables para la familia neoespartana.

Los neoespartanos que nacimos, vivimos y seguramente moriremos aquí estamos preocupados por esta situación y con sentido de responsabilidad debemos contribuir a conjugar voluntades y esfuerzos para mejorar nuestras condiciones de vida, cada vez más deterioradas.

Promover, propiciar, impulsar y fortalecer un proyecto político con características insulares luce como una solución incuestionable. No se trata de cerrar el paso a otras alternativas. Se trata de discutir la pertinencia de un proyecto plural donde todos tengan cabida, incluso quienes hoy en las filas del oficialismo, decepcionados y frustrados ven morir inexorablemente a una visión de país que representó una esperanza y que ha terminado en el más rotundo fracaso. De eso se trata. Aquí cabemos todos.

Discutir abiertamente la Nueva Esparta que queremos, la Nueva Esparta posible, es un deber insoslayable y una responsabilidad histórica que debe responderse sin temor y sin complejos.

Todos, absolutamente todos, están llamados a participar, discutir y proponer sus ideas que conviertan a este proyecto en una plataforma consensuada para beneficio de Nueva Esparta y su gente. Si los neoespartanos y quienes con nosotros conviven en estas Islas de gracia no se preocupan por el destino de las mismas, ¿quién lo va a hacer por nosotros? Asumamos el desafío. Para nosotros primero Nueva Esparta.




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