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Vocación heredada
La tradición de los conucos se mantiene desde siempre entre las familias de este municipio. La cultura de la siembra sigue vigente, pero actualmente en una lucha constante para lograr un sistema de riego adecuado.
Karla Marval Esteves

Foto: TANYA MILLÁN

La experiencia de Malaver data de hace 51 años. / Foto: TANYA MILLÁN

7 May, 2014 | La tradición agrícola continúa presente en el municipio Arismendi. Decenas de años han pasado y aún su gente labra la tierra con el mismo ahínco con el que sus abuelos y padres trabajaron en el campo.

Las zonas urbanas han tomado auge en la capital de Nueva Esparta, pero quienes aman el trabajo de la tierra no se separan de ella.

La herencia de la cultura agrícola se demuestra en cada despertar madrugador para el cuido de la siembra y nutrir la tierra.

En Los Barros, el conuco de Domingo Malaver, situado en Sabana de Guacuco, hay seis hectáreas de sueños que labraron sus abuelos, una labor que él continúa con paso firme. En su tierra hay siembras de yuca, melón y berenjena, pero su fuerte son los rubros autóctonos: tomate y ají margariteños.

El conuco, como sistema de producción tradicional de los pequeños agricultores, provee alimentos e ingresos importantes para el núcleo familiar, sin dejar de lado el abastecimiento de algunas frutas, verduras y vegetales al resto de la población insular.

La experiencia de Malaver data de hace 51 años, cuando siendo un niño, ya a los 11 años salía al campo con su abuelo a sacarle provecho a la tierra. En aquel entonces, la visión era básica y solo buscaban el sustento familiar. En la actualidad, una buena parte del cultivo de Malaver es para la venta.

Sin mano de obra paga, sino con la ayuda de amigos, cuando es tiempo de siembra hacen una cayapa para iniciar el proceso productivo. Malaver es solo una referencia entre las decenas de conuqueros del municipio Arismendi, que se valen de los saberes transmitidos vía oral y el refuerzo de las instituciones gubernamentales con talleres para maximizar su eficiencia y asegurar la sostenibilidad, además de que los capacitan para aprovechar su potencial.

La familia Vásquez, de La Sierra, tiene tradición de ser cultivadora de la caña de azúcar. Los hermanos Fortimo José y Crisanto del Jesús se dedican a labrar las dos hectáreas de tierra fértil donde producen y seguirán sembrando.

Mantener los niveles de cultivo y cosecha requiere atención. El trabajo en el campo no cesa; sin embargo, con el vaivén de los años han visto cómo los requerimientos para el riego o disponibilidad de agroquímicos para las plantaciones han disminuido.

En Atamo, los ciclos de agua son inconstantes y por ello Orlando Luna, productor de la localidad, tuvo que buscar apoyo con amigos para cultivar en otras tierras.

La atención técnica para los productores, ofrecida por el Ministerio de Agricultura y Tierras, llega a cada conuco, pero la debilidad en la asistencia financiera o requerimientos básicos crea problemas a los agricultores.

Habla el campo

* Responsabilidad por los cultivos y los animales

Desde las 6:00 a.m., los agricultores inician la faena diaria para cuidar, limpiar y nutrir sus tierras, sin dejar de lado a los animales. Domingo Malaver, de Sabana de Guacuco, tiene bajo su cuidado gallinas, vacas y patos, que aunque no están a la venta, los conserva por representar una fuente de alimento.

El cuido y la cría de ganado no son considerados por Malaver como una prioridad. El trabajo con estos animales, pese a que posee seis ejemplares, es visto como una forma de obtener dinero en momentos de dificultad, para saldar algunas deudas generadas durante el proceso de siembra, crecimiento, cuidados o cosecha del ají y tomate margariteños, berenjena y melón, entre otros rubros.

* "Guindamos las matas de ají margariteño para producir más"

Para asegurar una mayor producción de ají margariteño, Orlando Luna, productor de Atamo, tomó los consejos de un extranjero, quien le aseguró que al elevar las plantas, estas producirían más. Luna probó el mecanismo y desde hace siete meses tiene en producción 500 plantas de ají, con una cosecha semanal de 170 a 200 kilos.

* El mecanismo de riego depende de la capacidad de los productores

Familias en La Sierra se dedican al cultivo de grandes extensiones, y mientras en otras regiones del estado luchan por conseguir agua para el riego, Crisanto del Jesús Vásquez, junto a su hermano, mantienen la siembra de tomates, ajíes y caña de azúcar con el agua que baja naturalmente de la montaña.

* Los vendedores de guarapo de caña son compradores

Fortimo José Vásquez está involucrado en la venta de caña de azúcar desde que era un niño. En la actualidad comercializan la unidad a Bs 3, vendiendo aproximadamente cada ocho días entre 600 y 700 palos. Los principales compradores de la siembra de Vásquez son los vendedores de guarapo de caña.

* No hay agroquímicos

Una de las dificultades con las que se topan los productores de Arismendi es la escasez de aditivos para nutrir las siembras. Orlando Luna denunció que en Nueva Esparta, debido a la disminución de la oferta, el costo de los productos se elevó de forma exagerada.

* Ganan los revendedores

La venta de los tomates margariteños depende de la temporada del año, y es que el precio de este producto, codiciado por residentes y chefs, depende de la cadena de comercialización.

Los agricultores suelen vender el kilogramo a Bs 40, mientras que vendedores ambulantes y puestos en los pueblos lo ofrecen a Bs 65, sin contar que las cadenas de supermercados elevan el costo aún más.

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