25 Abr, 2014 | No hay duda. La intención es venderlo como un héroe. Que incluso vuela. Si se detalla, lleva la bandera como capa. El gesto, mano alzada y puño apretado, idéntico al protagonista de las comiquitas, señal de estar más arriba que nadie y tener fuerza, igualmente lo delata. El rostro no ayuda mucho, pero es lo que hay y, para retratar bien la intención, su tamaño, alto, que no fornido sino en vía de engorde, se amolda al propósito buscado.

El peto, escudo o chaleco, que las balas no atraviesan, igualmente caben para la engañifa. Sus seguidores, que en el cómic le agradecen al hombre de acero los favores recibidos, en la cuña son sustituidos por aplaudidores que, según el publicista, simulan otro tanto. Para completar, le han colocado un súper niño y, como mayor ajuste a lo que se busca, también a un súper can. Recordemos la misión que los protege.

En síntesis, ya tenemos nuestro Supermán, criollo pa' más ñapa. Todo un personaje en camino de ser ídolo, con la música apropiada. Por cierto, versión muy parecida a la que se escucha en las películas cuando el tímido Clark Kent se transforma, a la velocidad de la luz, en el protector de los buenos y terror de los malos. Con la diferencia que el de las comiquitas, por ser gringo, no toca tambor ni menos rompe cueros con los codos.

La aparición de este titán, que en el fondo intenta desplazar al supremo, hay que celebrarla. En medio de la crisis que padecemos los venezolanos, siempre es bueno tener un personaje, aunque ficticio, que nos haga reír y olvidar, por un instante, la tristeza y el descontento nacional. Salvo un detalle, único e imposible de desconocer y ocultar: la crisis que sufrimos es tan fuerte y destructiva como la kriptonita. Indudable que terminará haciéndole daño al hombre llegado de otro planeta y a quien ahora quieren vender como el más poderoso, inteligente y audaz. Al que suponen los creativos del spot le deben estar temiendo todos los malvados de esta tierra. Es decir, sus millones de opositores.