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23 de abril de 2024





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La bonita Libertad
Según esta manía que cogieron ahora, los muchachos realengos pasan automáticamente a ser unos sometidos, los que no tienen "ni May ni Pay", unos dominados y los arbolarios, unos reprimidos.
Fredy Salazar / salazarfu@pdvsa.com

24 Abr, 2014 | Si los guarimberos se la pasan en la calle y viven pidiendo libertad, entonces "Cheo er de Pío", que celebra en su garaje cuanto feriado bancario se le atraviesa, debe ser más o menos un reo convicto y confeso; mi hermano Luis, que no se cansa de hacer parrillas entre su casa bien acompañadas del mejor Güisqui, es casi casi un sentenciado a cadena perpetua y mi compadre José Moreno, que ahora vive de hotel en hotel echándose sus tres platos, es prácticamente un condenado a muerte. ¡Caramba!, razón tenía la mujer mía cuando me decía que mejor me mudara de una vez para la calle cada vez que a media noche yo la llamaba para decirle que iba a llegar un poco tarde, y yo juraba que me estaba dando licencia y lo que me estaba preparando era el juicio final.

Según esta manía que cogieron ahora, los muchachos realengos pasan automáticamente a ser unos sometidos, los que no tienen "ni May ni Pay", unos dominados y los arbolarios, unos reprimidos. Supongo que de la misma manera en las escuelas ahora los contestones serán clasificados como bocabiertas, los ladinos apuntados como motolitos y los tunantes marcados como sumisos.

Las que están gozando una y media son las muchachas de servicio, porque mientras sus patrones con hijos y suegras viven presos en la avenida gritando que no hay Carnaval ni Semana Santa, ellas calladitas la boca se bañan en la piscina del complejo; mientras los señores privados de libertad se apropian de la calle y la cierran para proteger su propiedad privada, ellas abren el bar del salón, encienden el mini componente de panel táctil y campanean su cubalibre.

También los empleados del condominio la están pasando muy bien porque ya la basura dejó de ser un problema en las residencias puesto que los vecinos, ahora presos de la calle, todo lo hacen por allá, de maneras que nunca se había visto el conjunto residencial tan bien cuidadito.

Ni hablar de los vigilantes que ya no tienen que estar despertándose cada vez que un carro entra o sale de la manzana, porque como los residentes asumieron al pelo el rol de presos, entonces todos en fila salen tempranito a la calle a cumplir con su penitencia y ya no vuelven hasta la noche tan cansados que ni cuando Gómez, de maneras que duermen día y noche (los vigilantes por supuesto).

Es que la cosa está tan enredada que, así como en los internados sacan a los presos al patio para asolearse y jugar un rato, estos autoconvictos se toman el fin de semana libre, pero como ya han agarrado tanto sol se van a la playa a sembrar cruces. ¡Ay, chica!, diría el "compay Edito".




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