24 Abr, 2014 | Cuando continúan escuchándose ecos de la contundente precisión del discurso de Ramos Allup en la jornada de apertura del proceso de negociación entre el gobierno y la MUD, y todavía bajo la beatífica estela de los Días Santos, releo el discurso más influyente de todos los tiempos en el mundo occidental: el Sermón de la Montaña.

Uno de mis pasajes favoritos es el que propone la metáfora de la puerta estrecha: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan".

Más allá de las reflexiones místicas que pueda inspirar esa invitación a privilegiar el camino más exigente, algunas veces pienso que el mensaje universal de Jesús originalmente fue concebido específicamente para los venezolanos. Para nosotros que desperdiciamos recursos y dejamos pasar oportunidades mientras nos regodeamos en la molicie del facilismo, en el inmediatismo estéril, en el voluntarismo irresponsable; para nosotros que admiramos al vivo que abusa y despreciamos al pendejo que respeta; para nosotros que no hemos trascendido la Huella Perenne de los Viajeros de Indias y actuamos con incontinencia de saqueadores en nuestro propio país; para nosotros que sonreímos con impudicia mientras decimos: "Vacíen los anaqueles", "Pónganme donde haiga", "Exprópiese", "El que venga atrás, que arree".

En el momento actual tenemos frente a nosotros una estrechísima puerta apenas entreabierta; es la puerta del diálogo y la negociación. Para traspasar su umbral se requieren altas dosis de paciencia, inteligencia y amor por nuestro país. Será una empresa difícil y sin garantías previas de un final feliz.

Sin embargo, no tenemos alternativa. La puerta ancha, el camino espacioso, falaz y fatalmente nos llevarían a la muerte y a la destrucción. Ojalá perseveremos en el peregrinaje por el camino angosto a través de la puerta estrecha.