9 Feb, 2014 | "La verdad, sobrino, es que hoy con quien quisiera hablar es con mi Gene, que es el que tiene la voz de mando, porque ya estamos viendo lo colorado del fogón, la cazuela se está reventando y la gente que tiene que cuidar el sancocho está viendo para otro lado".

La entradita del tío Caballo Rojo me pone alerta, pero le doy cuerda. "Solo hay que ver los periódicos de esta semana para que sepa de qué estoy hablando. Pero para que no haya dudas, le diré que no se trata del tema del Puerto Libre, que es muy serio, sino del otro que lo es más, la inseguridad. Ya quisiera oír a la autoridad, la de la capital y la de acá, pedir todo el peso de la ley para los asesinos del alemán, de los tres quemados en Pedro González, del muchacho que visitaba a la novia y pare usted de contar".

Pero, dice Caballo, más que eso, lo que desea todo el mundo es que acaben con el delito cotidiano, ese donde no hay muertos sino el hurto de lo mucho o poco que la gente ha podido comprar para vivir decentemente en sus hogares. Sucede que cada sector de la Isla tiene su bandita de azotes que están pendientes de vigilar las casas, y cuando la gente se va a trabajar, se meten como Pedro por su casa y se llevan todo.

"En cada pueblo los vecinos saben quiénes los están robando porque es un secreto a voces, pero la denuncia es poca porque la experiencia es mala. Pero para eso es lo que antes llamaban la inteligencia policial. Aquí es donde yo quiero ver a los jefes policiales y a la autoridad, ocuparse de esta situación y no perder el tiempo con cuatro pazguatos que no entienden que si de protestar se trata, sitios para hacerlo son la calle El Diablo, el bulevar 5 de Julio y la avenida Constitución de La Asunción.

Mire mi Gene, si de verdad quiere Patria, métale el pecho a esta cuestión, dele duro al delito menor y a quien compra lo robado; mande pa'l carajo a los defensores de los Derechos de los hampones y póngase a defender aunque sea los Izquierdos de los ciudadanos, que al fin y al cabo ese es su verdadero trabajo".